Capítulo V

Hola, holita.

El frío ha llegado a la ciudad de Lille, oficialmente. Este fin de semana ya hacía un airecillo de esos que te pelan las manos por congelación. Y unido a la lluvia omnipresente, hace que por fin se muestre tal y como es, una ciudad del norte, fría y sin sol. Terreno abonado para la depresión y el alcoholismo. De hecho, así es como está el día hoy:

Bonito ¿eh? Pues hace frío.

Como novedades, os cuento que probablemente (eso es un sí, todos lo sabemos) me vaya a un estudio (solo) o a un piso (con 3 chicas, yuhuuu) para diciembre, porque los listos de la cutreresidencia me han subido las tasas y pago ahora casi 300 pavos por una verdadera y tangible mierda. Así que, me voy, que les den. Y a un sitio mejor. Con casinos, y furcias. Ya os informaré de cómo va la búsqueda, los precios y los espacios (por si, yo que sé, a alguien le apetece venir, aunque yo sé de dos que ya vienen en el puentaco de la Constitución)

Esta semana ha sido anodina, lo único, que fuimos un día, que había un rayo nimio de sol, a la Citadelle, que es el parque más grande de Lille, que tiene una antigua ciudadela militar aún en activo. Hicimos un picnic (bocata de tortilla de patatas inclusive) y luego fuimos al zoo que allí hay, que es gratis, es manejable y tiene cierta variedad. Aunque no dejo de pensar en cómo animalejos como el rinoceronte, la alpaca o una especie de conejo cruzado con ciervo de la Patagonia sobreviven aquí, con tanta lluvia y frío.

Este jueves viene Paloma, y resta aquí hasta el domingo. Aprovecharé para hacer un poco de turismo que realmente me pasa como en Murcia, que a no ser que venga alguien de fuera, no vas a ver sitios culturales y tal. Iremos a la Ópera, que aquí siguen apostando por la cultura y no te sablean.

Y nada más. Buenas noches señoras y señores, niños y niñas, monos, culebras y guepardos. Soy Pablo Contreras, mido uno noventa y uno, y esto ha sido todo.

Ale.