Lille que a los tontos espabille

De Murcia a Lille, en Erasmus.

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Capítulo XI

Veamos, porque tengo muchas cosas que contar y tampoco quiero aquí hacer un tocho que nadie lea (porque es un hecho que se pierde el interés de leer cosas en internet si tiene más de tres párrafos, a menos que sea JotDown)

Así pues, seré breve y certero cual Lucky Luke (que para eso era de aquí)

  • Ya tengo piso. Bueno, no es piso, es casa. Una casa de 3 plantas para vivir con 4 franceses, con jardín, sótano y habitación en la buhardilla. Cuando me instale en Enero, os la enseñaré. La única pega es que tengo que cruzar dos pasos a nivel y que la parada de metro más cercana está a veinte minutos.
  • Por la razón anterior estoy con un estrés considerable (amén de por los exámenes, pues estudiarme cerca de 500 páginas en francés para hacerlos orales es algo que me puede) ya que tengo que estar todo el rato de aquí para allá, cambiando domicilio, rescindiendo contratos, pidiendo favores…
  • Hace mucho frío, muchísimo. De hecho, ha nevado ya tres o cuatro veces, lo que pasa es que no ha cuajado mucho y claro a medio día (que aquí es casi al atardecer) pues apenas queda nada.

Finalmente, porque lo bueno siempre se deja para el final, os cuento cómo fue la visita de Luis y Josemi, mis muy mejores amigos (hay más, que no se ofenda naide) :

Llegaron, como bravíos, el viernes por la noche, cargados con una maleta y abrigados hasta los trenques. Fuimos andando hasta la resi, porque según dijo Josemi textualmente: «tenemos el culo carpeta de estar todo el día sentados». Estuvimos un montón de rato hablando mientras cenábamos porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos y había que ponerse al día. Fuimos después a Le Solferino, magno bar de sobra conocido por sus fantásticas cervezas a 3 euros y sus luces de neón que lo dotan de un aire de, digamos, club de mujeres selectas de carretera. Después tomamos otra cerveza en el Galway, un sitio en el que yo nunca había entrado. Estuvimos allí, hablando de fútbol (!) y estableciendo las diferencias entre la vida española y la vida europea. No ganó nadie, porque cada uno tiene su parte buena y porque todos éramos partidistas, así que no podíamos ser imparciales.

Al día siguiente, nos metimos un buen tute porque los llevé por todo el Vieux Lille. Aunque primero fuimos a hacer la compra al Leclerc de al lado de la resi porque me quedaba una semana para volver a casa y estaba bajo mínimos, además de que ellos también tienen esa manía de comer. Como nos habíamos levantado tarde y habíamos ido a la compra, acabamos por el Vieux Lille a eso de la hora de comer (horario español) y claro, los estaminets ya habían terminado el servicio y no servían. Luego de patearnos un montón de ellos y encontrarnos con el no por respuesta, optamos por ir a la Brasserie a la que fui cuando vinieron papi y mami, esa que hacían sus propias cervezas. Después nos recorrimos todas las callejas del centro, viendo las tiendas, y las luces de navidad y esas cosas. Fuimos porque yo sabía que a Luis le iba a gustar, al láser tag. De hecho jugamos, porque era uno de esas cosas que se ha de hacer una vez en la vida. Es como la guerra del primer mundo (no hay dolor ni muerte, solo un poquito de adrenalina) Luis, como todos sabéis, es el mejor del mundo en todo lo que se proponga, así que quedó cuarto en su primera partida. Josemi y yo quedamos un poco más atrás en la clasificación, puede que diez o doce puestos detrás. Nos dimos una vuelta por el mercadillo de Navidaz y volvimos a casa que hacía frío y estábamos cansados. Cenamos unos bocatas de caballo (preguntad, si tenéis ocasión a Josemi cómo estaba la carne, pues estuvo batiéndose en duelo con ella durante un gran rato) y estuvimos bebiendo vino y cerveza hasta que fue hora de coger el último metro. Estuvimos, de hecho a punto de no salir, porque estábamos de tranquis viendo videos en yutub y daba pereza. Al final nos repusimos y fuimos corriendo al metro. Compraron los billetes, ticaron y ñaaaaoooo…el último metro efectuó su salida. Sin nosotros dentro. Pues nada chicos, habrá que ir a pata. Al llegar al centro, fuimos a un disco-pub y mis niños descubrieron en sus carnes lo que era la noche francesa. Sobre todo por lo caro de las copas. Después fuimos a una discoteca (lo sé, lo siento) y aguantamos hasta las 4 y pico, para coger acto seguido el bus de las potas, el terrible nocturno. Arribamos sanos y salvos a la residencia y estuvimos muertos hasta el día siguiente bien entrada la mañana.

Melé

El domingo, hice spaghetti carbonara y nos fuimos a ver el rugby. Sí amigos, fuimos a ver el rugby, porque en Francia hay mucha tradición y es un deporte muy noble. La verdad es que el partido fue poco espectacular, pero como era la primera vez que íbamos a uno, flipamos en colores con todas las melés, los ensayos y tal. Además la afición de rugby es muy simpática y siempre están animando. Y son muy educados, pues aplaudían los (pocos) tantos del equipo rival. Pasamos un frío del carajo, eso sí, pues de estar allí, sentadicos, y al atardecer (el partido empezaba a las 3, así que sí, al atardecer) terminas como se conoce comúnmente como destemplao. ¡Ah! Y me hinché a pipas, que las echaba de

Allez les LMR

menos porque aquí no venden nada más que en kilos en el súper y me trajeron de España. Después del rugby, fuimos a ver los lagos de Villeneuve d’Ascq y volvimos raudos y veloces al metro, pues estaba helando.

Esa noche cenamos salchichas con papas fritas caseras y la pasamos bebiendo birras y viendo videos chorra. Me gustó algo que dijo Luis de que era totalmente universitario, pues la escena era la siguiente: colchones en el suelo, ropa, mantas y zapatillas desperdigadas por el suelo, rock sonando por ahí, cerveza, comer cualquier cosas buena bonita y barata y hablando de utopías y sus contras (pregunten por Luisonia) Qué mayores estamos ya, joder.

A la mañana siguiente, después de acabar a las tantas porque Internet, como de costumbre, fallaba, los acompañé a la estación para que cogieran el bus, prometiéndoles que nos veríamos en una semana (yo, por si no lo sabíais, vuelvo el domingo a España, que ahora por Navidad hay que estudiar en sitios conocidos)

Para acabar este estupentástico y fantasbuloso blog por este año 2012, os dejo con esta bella estampa; la visión desde mi habitación durante estos tres meses (o cuatro más bien)

A picture, every  fortnight

                                                                                         (hay que hacer click para que se vea lo bonito)

Pax et amore

Capítulo VI

Buenas tardes:

Ando aquí de bajón, tras tres días de frenética actividad, en la que no he parado. La razón de tal actividad no es sino la visita (tan esperada, tan ansiada) de Paloma, que me ha obligado a salir del letargo de la residencia y de las clases.

Antes, fuimos las chicas y yo a ver un piso, muy guay, muy pequeño y muy caro. Descartado. Sobre todo por un piso (crucemos los dedos, toquemos madera, echemos sal por encima del hombro) que nos ha contestado a nuestra solicitud. Tiene una pinta increíble, y es barato, muy barato. Ya os contaré si ha habido suerte.

Pero vayamos a lo importante. El jueves fui al aeropuerto de Charleroi, a recogerla, con cartel y toda la pesca. Y partimos a ver Lille, que aunque no puede compararse con su Florencia, también tiene cosas chachis. Hay una mercería (si, a priori un negocio no muy rentable, ¿verdad? pues tendríais que ver las colas y el gentío que había) hay un montón de cafés y bistrós y tiendas de chorraditas (de estas tiendas típicas de cosas de casa pero con diseño,  todo muy pop-art) Fuimos a tomar café, a ver una exposición de fotos

a pasear por las callejuelas del Vieux Lille, a ver las librerías (gran te-lo-dije de decepción de la Furet de Nord, la librería más grande de Europa Occidental)

a la Ópera (con asientos en el patio de butacas por llegar tarde, sitiazos. Lástima que no nos enteráramos de nada porque era en inglés antiguo y «subtitulada» en francés formal) a cenar por sitios tradicionales lilenses, a mi habitación, a comer, al parque de la citadelle a hacer un picnic, a hacer lentejas y tortilla de patatas, a beber vinazo, champaña y cervezas. Y casi en un suspiro, se ha vuelto a ir a Florencia. Y aquí me he quedado con la habitación vacía, ordenada y helada.                Tendré que devolverle la visita pronto.

Capítulo IV

Bonsoir,

Esta semana ha sido bastante tranquila, erasmísticamente hablando. He hecho muchas cosas, pero desde la perspectiva de estar aquí, sin más control que el que me impongo, ha sido <<de tranquis>>:

-La semana (y el mes) comenzó con normalidad, clases, llovizna y bastante fresco. La semana hasta el jueves es una constante, en realidad: Levántate (temprano, que hay que aprovechar el día y el colchón de Ikea me tuerce la espalda [aunque siempre es mejor que el de gomaespuma rancia que tenía al principio]), dúchate, desayuna, vete andando o en metro dependiendo del tiempo, ve a clase, entérate de (casi) todo, vuelve a casa a comer o come en el comedor universitario (breve aparte; es un comedor mu güeno, por 3.10€ tienes un plato compuesto de normalmente patatas fritas o pasta, con algo, desde verduritas a pizza o filete empanado, y 3 «satélites» que son postres o pequeñas ensaladas. Tampoco es que sea el mejor restaurante del mundo pero bueno, para un apaño antes de las clases de las 13.30 está más que bien) vuelve a clase, vete a casa, cena, vete una serie o una peli (la última fue Citoyen Kane), lee y a dormir. Todo esto podía haberlo resumido en una palabra (rutina) pero entonces no tendría entrada nueva, ¿sabéis?

-El jueves salimos, como de costumbre, pero me tuve que volver a casa pronto, porque me sufrí los efectos del gen Contreras y no podía aguantar mucho. ¿Que qué es el gen Contreras y por qué suena a falso? Pues el gen Contreras es un defecto congénito con una incidencia es de tan solo 4 personas en todo el planeta, localizados en una misma familia. Se caracteriza por provocar fuertes cefaleas, mareos y en ocasiones vómitos, originados por la falta de sueño en épocas de mucho estrés (o mucha diversión). La única cura encontrada hasta la fecha es dormir un largo periodo de tiempo, entre 9 y 12 horas, para reestablecer los valores de salud anteriores al estrés.

– El sábado fue el día que mejor me lo he pasado desque estoy aquí. Ayer era el desfile inaugural de FΔntΔstic-Lille3000, una suerte de bienal con exposiciones, espectáculos, conciertos y performances que se desarrollará desde Octubre a Enero. Como el desfile empezaba a las 20, nosotros quedamos a las 18, para tomar un café y ver algunas de las expos que hay al aire libre. Fuimos a la Catedral de Lille (probablemente la Catedral con la portada más fea de toda la historia de las catedrales) donde había un juego de luces que hacían que la catedral se moviera y cosas así. Después fuimos a ver esto:

Y luego dimos un paseo por el Vieux Lille, que es muy pintoresco y conserva muchas cosas de la esencia lillois. Antes del desfile, volví a cenar a la resi, y empezó a llover, bastante fuerte. Pero como aquí están acostumbrados, el <<desfile>> siguió. Lo pongo así porque eran 3 o 4 cosas, no más, pero la gente se volvía loca con las luces y tal. Luego, tomando unas bières en la calle, conocimos a unos franceses (¡por fin pude hablar francés con gente joven sin que mis interlocutores me miren raro o me tomen por idiota!) y después a une boîte hasta las 6 de la mañana.

Y fin. Como recompensa por haber leído todo el parrafazo, deleitaos con la imponente tortilla de patatas que me he zampado hoy.

Pax et amore